Se denomina lipodistrofia a la distribución anormal de la grasa corporal, ya sea por exceso o por defecto, en diferentes partes del cuerpo; aunque la más habitual es la debida a un exceso de grasa localizada responsable de la alteración estética del contorno corporal.
La lipodistrofia se localiza en la capa de grasa más profunda del tejido subcutáneo, entre la fascia superficial y la fascia muscular, y se debe no sólo a la hipertrofia o aumento del volumen de los adipocitos, sino a la hiperplasia o aumento del número de los mismos, lo que se traduce en un incremento en el tejido graso, tanto en volumen como en cantidad.
La adiposidad localizada es un problema estético que afecta principalmente a las mujeres, aunque también lo padecen muchos hombres. En muchas ocasiones puede confundirse con la celulitis, pero no se trata del mismo problema, aunque es muy frecuente encontrar pacientes con un problema combinado de celulitis en la capa de grasa más superficial y lipodistrofia en los planos profundos. Además, la adiposidad localizada se debe a mecanismos y factores distintos que la adiposidad general, que generan un incremento en el tejido graso, tanto en volumen como en cantidad, y que puede venir o no acompañado de obesidad y sobrepeso.
Puede aparecer en cualquier parte del cuerpo, aunque una de las zonas donde con más frecuencia suele aparecer es a nivel abdominal y de flancos, tanto en hombres como en mujeres; aunque estas zonas no son exclusivas a la hora de acumular tejido graso.
En ocasiones la grasa localizada es difícil de tratar, ya que suele tener un origen multifactorial, y generalmente no responde a dietas rigurosas y ni a programas de actividad física, siendo necesario realizar un correcto diagnóstico del paciente y determinar si está asociada o no a sobrepeso, presencia de enfermedades metabólicas, alteraciones hormonales, herencia y genética, estilo de vida y hábitos alimenticios, etc.