La micropigmentación se diferencia del tatuaje permanente por el tipo de pigmentos que se utilizan, pero también por su forma de aplicación, que se realiza de forma más superficial. El tatuaje puede perder su pigmentación original (muchas veces lo que en inicio era de color negro acaba adquiriendo tonos azulados), pero no desaparecen totalmente porque se hacen en la dermis profunda. Si se quiere eliminar es necesario recurrir a tecnología láser específica. Los tatuajes permanentes no es recomendable hacerlos en la cara. En cambio, la micropigmentación sí puede realizarse a nivel facial. Los pigmentos se depositan mediante microagujas en las capas más superficiales de la epidermis. Estas son capas que de manera natural se van renovando con el tiempo, por ello acaban desapareciendo por si solos aproximadamente al año y medio de su realización. No tiene ningún efecto secundario y tiene también la ventaja de que, si hay un cambio de moda (como sucede en el caso de las cejas, que unas temporadas se llevan más finas y otras más gruesas) o de gustos del paciente, no quedan permanentemente sobre la piel.
Eva Millán también preguntó a Yolanda Albelda sobre la aplicación de la micropigmentación en el tratamiento de los pacientes oncológicos y cómo les ayuda a recuperar el aspecto que tenían antes del diagnóstico de la enfermedad. Yolanda Albelda comentó que, cada vez más, hay pacientes que acuden a la clínica a hacerse la micropigmentación de cejas antes de que se les caigan debido al tratamiento, con el objetivo de no llegar a verse en ningún momento sin nada.
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