Teniendo en cuenta que la piel del cuello es muy fina, carece de glándulas sebáceas y no tiene soporte óseo que la sostenga, la pérdida de firmeza y elasticidad es mucho más evidente que en otras zonas del rostro, siendo frecuente la aparición de arrugas horizontales más o menos gruesas, y de otras transversales conocidas como “el collar de Venus”.
El cuello muchas veces revela la verdadera edad del paciente, ya que es mucho más difícil de tratar que el rostro, y además es el gran olvidado, siendo fundamental realizar una medicina preventiva para evitar o retrasar su aparición.
Las arrugas del cuello son arrugas estáticas, unas horizontales, que pueden ser más o menos gruesas y que se forman sobre todo por el proceso de envejecimiento a medida que la piel se va volviendo flácida por la ausencia del colágeno y elastina en la piel; y otras transversales o “anillo de Venus”, que pueden aparecer en la infancia y se van acentuando con el tiempo a medida que el descolgamiento es más acusado.
Existen otros factores directamente relacionados con su aparición, como son: la sobreexposición solar responsable de la aparición temprana de arrugas finas, consumo de tabaco, pérdida de peso brusca, una alimentación no equilibrada, posturas inadecuadas (mirar mucho el móvil o el ordenador), etc. Aunque lo más habitual es que aparezcan a partir de los 40, existe una predisposición genética que hace que en ocasiones aparezcan mucho antes de lo previsto, por lo que prevenir su aparición es fundamental y su tratamiento anticipado, también.