Las estrías son pequeñas cicatrices cutáneas que se caracterizan por el adelgazamiento y hundimiento localizado de la epidermis, que aparecen en determinadas zonas corporales que han tenido un crecimiento tan rápido que la piel es incapaz de adaptarse al nuevo volumen y pierde la elasticidad de su tejido conectivo.
En definitiva, se producen como consecuencia de una rotura y pérdida parcial de fibras de colágeno y elastina (proteínas estructurales), en la región afectada, dando lugar a una disminución de la cohesión cutánea y cediendo dicha área a las fuerzas de tensión de las masas musculares que soporta la piel.
La aparición de las estrías no es inmediata y su formación pasa por un proceso, mostrándose inicialmente como unas líneas paralelas irregulares rojizas o violáceas, brillantes y delgadas, en las cuales todavía hay circulación, siendo más fáciles de tratar. En una segunda etapa adquieren la apariencia de una cicatriz, pudiendo formar una especie de surco en la piel con una coloración más blanquecina o nacarada. La primera fase es debida a un proceso antiinflamatorio que es cuando aparece la estría rojiza-morada; mientras que la siguiente fase es la de cicatrización, que es cuando aparece la estría blanca y es donde la piel pierde sus propiedades de elasticidad.
Aunque no suponen un problema médico, sí que desde el punto de vista estético son un gran motivo de preocupación, fundamentalmente en mujeres, ya que es el sexo más afectado. Algunos hombres también las padecen, aunque en mucha menor medida. Los datos estadísticos muestran que aproximadamente entre un 27 y un 35% de los adolescentes las desarrollan (entre 10 y 16 años), y se dan 2,5 veces más en mujeres que en hombres.
Pueden aparecer en cualquier persona, pero las más propensas son las de piel caucásica, fina y con predisposición genética, mujeres embarazadas, personas que sufren un cambio brusco de peso y adolescentes en desarrollo. En ocasiones las estrías gravídicas pueden borrarse una vez que desaparece la causa que las generó, como el embarazo o el crecimiento rápido propio de la pubertad, pero no siempre es así, y pueden perdurar en el tiempo si no se toman las debidas precauciones.
Pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, pero generalmente aparecen en las mamas, la parte alta de los brazos, las caderas, los muslos, los glúteos, el abdomen y los costados.