La hiperhidrosis es una enfermedad poco conocida que se caracteriza por la sudoración excesiva y espontánea de algunas zonas del cuerpo y cuya cronicidad interfiere en las actividades cotidianas del paciente.
Una de las funciones principales del sudor es regular la temperatura corporal; sin embargo, cuando el sudor se produce en exceso, y va más allá de las necesidades fisiológicas, hablamos de hiperhidrosis, pudiendo afectar a cualquier parte del cuerpo.
Se trata de un trastorno del sistema nervioso autónomo que presenta alrededor del 3 por ciento de la población mundial, y que afecta principalmente a aquellas zonas corporales donde hay mayor cantidad de glándulas sudoríparas ecrinas: las axilas (hiperhidrosis axilar), las palmas de las manos (hiperhidrosis palmar), las plantas de los pies (hiperhidrosis plantar), el cuero cabelludo (hiperhidrosis craneofacial) y el rostro (hiperhidrosis facial).
Aunque las causas de la incapacidad que a veces tiene el cuerpo de lograr la termorregulación son complejas y variadas, se sabe que las glándulas de aquellas personas con sudoración excesiva reaccionan de forma exagerada, pudiendo transpirar hasta cinco veces más de lo normal.
La temperatura ambiental elevada y las situaciones de estrés o tensión emocional pueden agravar el proceso de sudoración excesiva, aunque no son los responsables únicos, ya que la hiperhidrosis se caracteriza precisamente por ser una reacción espontánea y natural que puede aparecer incluso en estado de reposo físico o sin que haya cualquier otro elemento distorsionante. Su incidencia no varía según la raza y el sexo, aunque se considera que es más frecuente en pacientes con edades comprendidas entre los 25 y 65 años. Además, parece haber cierta tendencia hereditaria a padecerla, ya que resulta habitual que la presenten varios miembros de una misma familia.
Aunque en la mayoría de los casos la hiperhidrosis supone exclusivamente una implicación a nivel estético, es verdad que para la mayoría de los pacientes que la padecen (aproximadamente un 73%) supone una importante afectación emocional pudiendo provocar incluso estados de depresión y ansiedad. En estos casos la hiperhidrosis tiene un gran impacto en la calidad de vida del paciente, limitando incluso sus relaciones sociales y laborales, por lo que su diagnóstico y tratamiento resultará fundamental en estos casos.