El cuello y el escote muchas veces revelan la verdadera edad del paciente ya que suelen ser los grandes olvidados, y además, son mucho más difíciles de tratar que el rostro. Por ello incorporar una rutina diaria y realizar una medicina preventiva resultan ideales para evitar o retrasar la aparición de los diferentes signos de envejecimiento.
La piel del escote junto con la del cuello es mucho más fina que la de otras partes del cuerpo, y por lo tanto la proporción de las proteínas de sustentación como son el colágeno y la elastina es mucho menor, de manera que el propio proceso de envejecimiento biológico va a ser el responsable de la aparición, a veces a edades tempranas, de determinados signos como arruguitas horizontales en el cuello y verticales en el escote, o la flacidez y el descolgamiento a nivel de la papada y del pecho.
Si a esto le sumamos que son zonas muy expuestas a las radiaciones UV y muchas veces sin la protección solar adecuada, la aparición de diferentes tipos de discromías son tanto o más frecuentes que a nivel del rostro, haciendo mucho más evidente el paso del tiempo. Además, tratar y recuperar los daños provocados en estas zonas tan delicadas resulta mucho más complicado a nivel médico- estético, qué a nivel facial, por ejemplo.
Es importante incorporar una rutina de cuidados diarios con una cosmética apropiada y adaptada a este tipo de piel, así como utilizar fotoprotectores solares.
Las hiperpigmentaciones más frecuentes que podemos encontrarnos: