Los lentigos son hiperpigmentaciones congénitas o adquiridas, que se manifiestan por un aumento en la síntesis de melanina y del número de melanocitos, y que son más evidentes en el rostro y en determinadas zonas del cuerpo (cuello, escote, brazos y piernas), debido no solo al propio proceso de envejecimiento sino también a una exposición solar excesiva y acumulativa.
Aunque normalmente son lesiones benignas que en principio sólo representan un problema estético a quien las padece, es importante realizar un diagnóstico correcto por un médico especialista para evitar que se conviertan en una lesión precancerosa, siendo su tratamiento en las fases iniciales la mejor alternativa.