Cuando hablamos de juventud a nivel estético nos referimos principalmente a una piel tanto facial como corporal uniforme, sin alteraciones ni casi imperfecciones.
El propio proceso de envejecimiento es el principal responsable de la aparición de estas imperfecciones, y esto es algo inevitable en cierta medida, aunque sí podemos llevar a cabo una serie de medidas preventivas que van a retrasar e incluso impedir su aparición.
Cuando hablamos de lesiones benignas de la piel nos referimos a una especie de cajón de sastre en el cual incluimos diversas alteraciones cutáneas que por lo general no implican un riesgo para la salud del paciente más allá de lo que pueden provocar a nivel estético, psicológico y social.
En su origen y desarrollo tanto la genética y la herencia del propio paciente así como los cuidados preventivos que hayamos aplicado a lo largo de los años, van a determinar su evolución. En todos los casos un diagnóstico precoz y correcto van a ser determinantes a la hora de establecer el tratamiento médico y cosmético más adecuado.