Las fosas temporales o también conocidas como sienes son unas depresiones más o menos profundas situadas a los lados del cráneo, delimitadas par la líneas temporales y que terminan por debajo del nivel del arco cigomático.
Son una de las primeras zonas del rostro en mostrar los signos del envejecimiento, aunque muchas veces no se les da la importancia que tienen a la hora de lograr una armonía en el rostro.
Con el paso de los años el área temporal tiende a hundirse y a arrugarse, debido a que la piel es muy fina y su contenido de colágeno y elastina es menor; además se produce una pérdida del compartimento graso lo cual hace que pierda volumen afectando directamente a la caída de la cola de la ceja. Si el hundimiento es importante puede dar aspecto de esqueletización al rostro, envejeciéndolo. Cuando se hace un reposicionamiento de los volúmenes faciales perdidos, siempre debemos empezar por tratar esta área incluso antes que el tercio medio a nivel de pómulos y mejillas, para que el resultado final sea mucho más eficaz y natural.
Aunque es verdad que el envejecimiento es el principal responsable de su atrofia, a veces la propia genética y estructura morfológica del paciente hacen que su hundimiento aparezca mucho antes de lo debido, incluso antes de los 40. En personas muy delgadas, que han abusado del sol, sometidas a cambios bruscos de peso o con movimientos repetitivos del músculo orbicular, la concavidad estará mucho más marcada.