El tamaño sí que cuenta, y cuando hablamos de labios, y más concretamente de sus mucosas, todos tenemos claro que un signo de juventud y sensualidad son unos labios bien definidos, carnosos, turgentes, hidratados y simétricos.
EL aumento del volumen labial es una de las técnicas más demandadas, ya que con el paso de los años se produce una disminución de la síntesis de colágeno y una pérdida de ácido hialurónico, lo que se traduce en unos labios menos proyectados y cuyas mucosas han perdido volumen y turgencia.
La corrección de asimetrías labiales también es otro de los tratamientos muy solicitado, y para ello es necesario realizar un análisis de las estructuras maxilares, tipo de mordida, disposición de piezas dentales, fuerza del músculo orbicular del labio y cigomático, y cambios en la estructura ósea; para poder determinar así la eficacia de nuestros tratamientos, y/o la necesidad de combinarlos con cirugía maxilofacial, estética dental, etc. Además, estas asimetrías labiales se harán más evidentes con el paso de los años, por cambios a nivel de la estructuras óseas y musculares.
En la pérdida del volumen labial o en la necesidad de reponerlo influyen otros factores además del proceso de envejecimiento, como son: genética del paciente, estructura anatómica y tipo de mordida, consumo de tabaco, sobreexposición solar, etc.
A la hora de reponer el volumen perdido o deseado y de realizar las correcciones de asimetrías labiales con productos reabsorbibles como el ácido hialurónico, es importante tener en cuenta la propia morfología labial del paciente, para no perder nunca la naturalidad. Por lo tanto, no debemos perder la anatomía natural del labio, y considerar que el labio superior es menos carnoso y un poco más largo que el inferior, del que sobresale un poco hacia adelante, es ligeramente curvado y con una ligera protuberancia en la zona central; mientras que el labio inferior tiene dos pequeñas masas ovales que parten del centro, ligeramente hundido, y que se extienden a los lados.
Además, es necesario realizar un estudio previo de la anatomía facial del paciente y el resto de estructuras faciales para no perder nunca la armonía. Tendremos que tener en cuenta el tamaño inicial de su boca, existencia de asimetrías, el tipo de mordida (retrognatia o prognatismo) y disposición dentaria, el tamaño de la nariz, la distancia de la porción blanca del labio superior, la proyección del mentón, etc. Todos estos datos nos indicarán hasta donde podemos llegar con nuestro tratamiento, sin perder nunca la funcionalidad ni la naturalidad.