La manera en la que cuidemos de nuestro cuerpo, de nuestra piel y de nuestros tejidos antes y después de una cirugía, será vital para obtener una recuperación pronta y favorable.
Muchas veces no es fácil decidir someterse a una cirugía estética con la intención de mejorar nuestro aspecto facial y/o corporal, y en otras ocasiones no tenemos otra alternativa porque se trata de salud. En todos los casos el pasar por quirófano va a tener implicaciones en nuestra salud, ya que además de exponer a nuestro cuerpo a situaciones altas de estrés y riesgo inminente por el uso de fármacos y anestesia, también quedan secuelas posteriores como edemas, equimosis, moratones y cicatrices.
Una de las preguntas más habituales que realizan los pacientes en sus consultas médicas con el cirujano, tiene que ver con los efectos secundarios y con el proceso de recuperación post-quirúrgico tras la cirugía. Por ello resulta fundamental entender que la terapia pre y post quirúrgica debería formar parte de una terapia complementaria a la cirugía, ayudando a reducir de manera eficaz el tiempo de recuperación de la zona tratada y garantizando el éxito de la cirugía.
En el campo de la Medicina Estética podemos encontrarnos con diversas intervenciones quirúrgicas, siendo las más frecuentes la liposucción, abdominoplastía, lifting quirúrgico, rinoplastía, mamoplastia, blefaroplastia, entre otras. Dependiendo del tipo de cirugía y de las características propias de cada paciente, se establecerán los tratamientos estéticos y médico estéticos más adecuados, así como el momento óptimo de actuación.
No debemos olvidarnos de la importancia de preparar la piel y los tejidos para el proceso quirúrgico concreto, lo cual también determinará su capacidad postoperatoria de recuperación. Normalmente se deberían comenzar los tratamientos entre 1 y 3 meses antes de la intervención, para darle tiempo suficiente a los tejidos a estar preparados.
En el caso de los tratamientos postquirúrgicos, el momento vendrá establecido por el cirujano especialista, quien lo determinará en función del tipo de cirugía, el procedimiento empleado, la existencia de suturas, tipo de piel, etc. Así por ejemplo, cuando se trata de técnicas manuales estas deben llevarse a cabo lo antes posible, y nunca más tarde de un día o dos después de salir del hospital, excepto que la prescripción médica diga lo contrario.