La piel de alrededor de los ojos es muy fina y frágil ya que contiene una pequeña cantidad de colágeno y elastina, y al carecer de glándulas sebáceas los signos de envejecimiento aparecen antes que en otras zonas del rostro.
Es una realidad que a medida que la edad avanza la microcirculación sanguínea y linfática de la región orbicular se ralentiza. La sangre transporta nutrientes y oxígeno mientras que la linfa recoge los deshechos, y si la actividad de estos dos sistemas disminuye, se puede producir una retención de líquidos y por lo tanto una hinchazón de los tejidos formándose las bolsas en el párpado inferior. En otras ocasiones su presencia no se debe solo a una retención de líquido o edema, sino también a un desplazamiento hacia el párpado inferior de la capa de grasa que recubre la órbita.
Aunque no podemos clasificar los tipos de bolsas en un sentido estricto, sí que podemos diferenciarlas en función de los mecanismos implicados en su formación, lo que nos permitirá un diagnóstico diferencial y por lo tanto adecuar los tratamientos más eficaces para cada caso concreto.
Nos podemos encontrar con:
- Bolsas por retención
Son bolsas que van cambiando a lo largo del día y que son más evidentes al despertar, ya que durante la noche la linfa, responsable del transporte de los desechos de la sangre, no ha llevado a cabo su función y esto se traduce en un acúmulo en el párpado inferior. Esta hinchazón generalmente es pasajera, desaparece a lo largo de la mañana y a medida que aumenta la actividad física del paciente. A veces estas bolsas pueden persistir más tiempo, especialmente en aquellas personas que sufren trastornos circulatorios.
- Bolsas por protrusión
Son bolsas permanentes que apenas cambian su aspecto a lo largo del día y que se deben a una herniación perenne de la grasa que recubre el espacio orbitario.
El ojo está situado en una cavidad llamada órbita, que está recubierta de una capa de grasa para facilitar la movilidad del ojo. Con el tiempo y debido al efecto combinado de la gravedad y la flacidez de los tejidos, esta grasa a veces se desliza hacia el párpado inferior formando una bolsa que se instala de forma permanente.
Aunque como ya hemos señalado la causa principal de la aparición de las bolsas es el paso del tiempo, apareciendo después de los cuarenta, también pueden presentarse en gente joven y afecta tanto a hombres como a mujeres. A esta causa se suma la predisposición genética, qué junto con factores externos como el consumo de alcohol, el tabaco, dieta rica en sal y pobre en potasio, vida sedentaria o tener trastornos del sueño, serán los responsables de agravar tanto su aparición como los síntomas.
Bien sean producidas por un motivo o por otro, es cierto que su presencia resulta muy evidente, dando al rostro del paciente un aspecto cansado y una mirada envejecida, de manera que llevar a cabo una medicina preventiva es la mejor manera de evitar su aparición o de que estas se agraven con el tiempo.